22 de noviembre de 2015

Y de golpe, el muro

Recientemente he terminado mi cuarto maratón de Valencia. Sin duda alguna, el más duro de todos. Esta vez choqué con el muro, y de qué manera. Del 32 al 37, fue un verdadero calvario. Fallo general, me quedé sin fuerzas.

Ya lo sabía, la maratón empieza en el km 30. Hasta ahí, es sólo una tirada larga. El resto es una incógnita y la respuesta de tu cuerpo al esfuerzo exigido depende de muchos factores.

Mis chicas me esperaban y animaron en el km 27, en la calle La Paz, la calle más calle de toda Valencia. Ese tramo pasa rápido, pues a los runners nos encanta correr por el centro de Valencia, la ciudad del running. Hasta el km 32, no iba muy fino pero no me imaginaba lo que estaba por venir. Y de golpe, el muro.
La temperatura iba en aumento y la soledad era total. Tantas horas de entreno y sacrificio, no habían sido suficiente. Fueron kilómetros de reflexión, reproches, preguntas sin respuestas, ..., y mucho sufrimiento. 

Superé la tentación de rendirme y escogí seguir adelante, luchar hasta el final. Ya no importaba el tiempo y pasé al objetivo B, sólo llegar. El sueño era pisar la alfombra azúl y el éxito cruzar la meta. ¡Qué importaba el tiempo! Además, el dichoso Garmin no funcionaba. ¡Siempre me abandona en las grandes citas!

Los últimos km, me recuperé los suficiente como para entrar dignamente en meta. Mucho ayudó el recorrido final, San Vicente, Colón, Navarro Reverter, Jacinto Benavente y nuestro querido Río, así como la cantidad de público que había animando. Los últimos metros, como siempre, mágicos y emotivos. ¡Que alegría ver a Fer en la última curva! 

Al final, 4:34 h, agotado y muy satisfecho. Es lo grande del maratón. Si lo terminas, la satisfacción es total. Ahora toca recuperarse y esperar un año hasta el siguiente. No tengo ninguna duda. Allí estaré y de nuevo iré a por las 4 horas.